lunes, 27 de agosto de 2007

El enamorado, de Jorge Luis Borges


Lunas, marfiles, instrumentos,
rosas, lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.
Debo fingir que en el pasado fueron Persépolis y Roma
y que una arena sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.
Debo fingir las armas y la pira de la epopeya
y los pesados mares que roen de la tierra los pilares.
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres.
Tú, mi desventura y mi ventura, inagotable y pura.

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